lunes, 28 de noviembre de 2011

El equipo olvidado


Hace ya más de una década que el Boavista ganó su último título de liga, el pasado más glorioso es precisamente el lastre en la actualidad del segundo club portuense. La situación del escuadra del Estadio Do Bessa es casi desesperante, se encuentra en Segunda B (la tercera categoría del fútbol portugués), la deuda que tienen las arcas son incalculables, los medios de comunicación no aciertan a saber la cuantía del pasivo. Y la realidad del conjunto es un presento muy negro.


Les sitúo, el Boavista es el segundo equipo de la ciudad de Oporto. Se encuentra en el Barrio que da nombre al club, se trata de la zona de negocios y más cosmopolita de la ciudad. El estadio es un coqueto complejo muy al estilo inglés llamado Do Bessa y que fue sede de la Eurocopa del 2004, de hecho la selección española jugó allí su segundo partido de la primera fase del campeonato con resultado de empate a cero contra Grecia. El césped fue cambiado el año pasado por el sintético. El Boavista es un club histórico de Portugal, desde la década hasta los inicios de siglo XXI siempre estaba bien clasificado, llegando a conseguir varios subcampeonatos y el mencionado título de Liga en 2001, aquel equipo estaba entrenado por Jaime Pacheco (uno de los técnicos más laureados en la década de los 90 y que tuvo un breve paso por el Mallorca) contando con jugadores de la talla de Nuno Gomes y Petit (ambos internacionales con Portugal). En categoría femenina, el club es uno de los más potentes y coleccionó varios éxitos. En el año 2001, el Boavista inaugura el estadio en el que juega en la actualidad y juega la Liga de Campeones pasando a la segunda fase en un duro grupo donde estaban el Liverpool, Borussia de Dortmund y Dinamo de Kiev. En la siguiente ronda son eliminados en una liguilla donde estaban Bayer de Munich, Manchester United y Nantes. Al año siguiente se vuelven a jugar competición europea, en la Copa de Uefa caen en semifinales contra el Celtic por tan solo un gol en tierras escocesas. Ese fue el principio del fin del Boavista en la élite del balompié luso. El club estaba gravemente endeudado por la construcción de su nuevo estadio y por la deudas contraídas en la contratación de jugadores. En la 2003/04, el conjunto del Norte de Portugal desciende y medio se va manteniendo en las siguientes temporadas en la categoría de plata de fútbol luso.


La debacle llegó en 2009 donde el Boavista se vio envuelto en un caso de corrupción y sufre un nuevo descenso. A eso se le suma una mayor deuda acumulada por las malas gestiones y por el intento de sus dirigentes de volver a Primera División a base de talonario, dinero que por supuesto no tenían. Así llegamos a la situación actual.

En el presente año, el Boavista está encuadrado por jugadores jóvenes de la cantera. Este equipo tiene tradición de ser una de las grandes escuelas de Portugal. De hecho, hace años firmaron un acuerdo con el Milán para el club rosonero financiase la cantera, convenio que aún sigue vigente. Además, el Boavista está buscando que los jugadores que llevaron con orgullo la camisola vuelvan para reflotar a la institución. Tal caso es Fary, delantero senegalés que fue campeón en el 2001 y que a sus 36 años  está de vuelta en Do Bessa. Además, el entrenador Mario Silva ha presentado su dimisión porque los jugadores no cobran sus jornales, ahora un técnico de casa José Ferreirinha vuelve al banquillo de las panteras negras. Un míster que consiguió una Copa de Portugal en los noventa y que estuvo con Mourinho en el staff técnico del Chelsea. Así afronta un nuevo partido de Liga frente al modesto Cinfaes, equipo de una pequeña ciudad a unos 100 Km al sur de Oporto.

Era domingo, día del partido, mediodía en el corazón del barrio. En primer lugar me dirijo a comprar mi entrada, nueve euros. En la pequeña explanada que hay en la entrada del estadio, una  masa no muy grande espera en los prolegómenos  del partido. El ánimo de los allí presente no es precisamente de entusiasmo, entonces conozco a Nuno. El tiene 72 años y es aficionado desde joven del Boavista. El me cuenta que el gran problema de su equipo es la falta de dinero. "Los jugadores no cobran y los presidente en los últimos años se han llevado lo que había, no han sabido gestionar el club", me contaba Nuno. "Los futbolistas que están ahora  quieren el escudo" sentenciaba y mientras tanto me enseñaba las placas de los éxitos del Boavista. La calle primera de enero, donde se situa el estadio, tiene distintas condecoraciones a año a año, desde su inicios todas las temporadas ha cosechado triunfos, no solo en fútbol también en voley, fútbol sala o en deportes tan distintos como gimnasia o ciclismo. El paseo de la fama se acaba en 2003, el último año en el que el Boavista consiguió la última permanencia en primera. Luego le pregunto sobre el futuro y evita la respuesta, Nuno se despide y se marcha.

Luego me encuentro a Filipo, él, en cambio, tiene 24 años. Viene de Braga con sus amigos, primero me narra que su padre le traía su padre desde que era bien pequeño, su bufanda tenía solera. Según Filipo, las deudas del club son demasiado grandes. Además, me contó que el gran problema que en el caso que el Boavista consiguiera el ascenso a Segunda, no podría inscribirse porque aún mantiene deudas con jugadores que se marcharon hace años. El futuro, era la cuestión que ahondaba en mi cabeza. Filipo recalca que la única esperanza es que los jugadores jóvenes realcen el equipo y los veteranos vuelvan para terminar allí sus carreras. Me habla de Fary, lo ve como jugador "fundamental" y aporta veteranía. "El presente pasa por la cantera", sentenciaba. Mientras, en los despachos, los dirigentes deben negociar para que los ex-jugadores perdonen las deudas.

Sobre el Boavista, según sus aficionados, recae una tremenda injusticia. Ellos consideran que el Boavista pagó los platos rotos sobre un caso de corrupción que aconteció en Portugal mediados de la década anterior.  El club fue condenado al descenso a 2ºB, el presidente del equipo vecino, el Oporto, fue suspendido pero sobre la institución no recayó ninguna sanción. Por eso los simpatizante siguen peleando y los dirigentes aún continúan presentando recurso tras recuro.

A continuación, entro en el estadio. No hay portones, los taquilleros prácticamente no controlan, solo con enseñar la entrada vale. El campo tiene un aroma como de olvido. Las gradas bajas son las únicas que están ligeramente pobladas. Los puestos de prensa parecen de otra época, solo dos periodista están en ellas como si fueran Robinson Crusoe y su compañero Viernes. Los estudios de televisión, se mantienen intactos pero se da entender que hace tiempo que no fueron utilizados. El palco, le paso lo mismo que al resto del coliseo portuense, un diminuto grupo siguen el encuentro desde allí. El resto de las butacas están desocupadas. Los demás anfiteatros parecen abandonados, incluso da la sensación que los asientos pierden color.

Poco después comienza el partido, junto a mí se encuentra Miguel. Tiene 47 y es socio desde pequeño, me contó que él no vivido los años gloriosos porque ha vivido muchos años en EEUU. Miguel mencionaba que ahora que el equipo está bien pero no poder subir por el tema de las deudas. Arriba tenía a Helder que no paraba animar, además cree que este nuevo entrenador es más ambicioso y puede ser el "comienzo de algo importante". El Boavista gana cuatro a cero y la comunión es perfecta. Fary es cambiado, se lleva una ovación porque hace un partidazo. La gente se marcha feliz y contenta, con una sonrisa de oreja a oreja.

El panorama es poco esperenzador, pero la situación de Boavista no deja ser una calcamonía de Portugal. Y es que el dramático presente es su más laureado pasado, una hipoteca que las panteras negras aún siguen pagando.

Os dejo este video que ejempleriza perfectamente lo que muestro en este reportaje:


1 comentario:

  1. Muy buen artículo. Me ha gustado mucho y, en parte, lo he sentido muy identificado con el Albacete Balompié.

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